Acerca del Yoga

Hace un tiempo atrás, al terminar una conferencia, el profesor de yoga invitó a los participantes a hacer preguntas. Un señor, de manera muy respetuosa, preguntó entonces: ¿"Por qué tendría yo que practicar yoga?

Nunca antes le habían hecho una pregunta parecida y el profesor siempre había supuesto que quienes se acercaban a una sesión de yoga, tendrían buenos motivos para hacerlo, por lo que nunca se le ocurrió preguntárselo a nadie. Así que por un momento quedó pensando la respuesta a esa pregunta tan simple y sincera.

La respuesta que le dio entonces fue:

"Si usted está razonablemente bien de salud, si la relación con sus hijos y con sus seres queridos es bastante buena, buena comunicación, ... si está razonablemente satisfecho con su trabajo y además, con lo que gana puede ir realizando al menos las principales cosas esenciales que desea hacer en la vida, ... si usted está bastante tiempo de buen humor, jovial, si es capaz de disfrutar de lo que le gusta y de lo que tiene... entonces usted no necesita practicar yoga..." Y luego agregó: "Aunque, en ese caso, es probable que Usted ya esté haciendo alguna práctica regular que le permita tomar contacto con sus motivaciones más profundas...
Por el contrario, si usted está insatisfecho con alguna de estas cosas... entonces sí, debería practicarlo."

Quienes se acercan a la práctica, buscan superarse en algún aspecto. Puede ser en sus aspectos físicos, como en el caso de las contracturas musculares, falta de estímulo en el sistema endócrino, falta de flexibilidad, fuerza, ... O puede ser en sus aspectos psíquicos, como insomnio, ansiedad. En general, el común denominador de quienes se acercan al yoga, es porque sufren algún síntoma de estrés que les molesta... inclusive más tarde, cuando el profesor comenzó a preguntar, no pocas personas le dijeron que lo que buscaban era paz y serenidad.

¿Pero en qué consiste exactamente?

El yoga consiste en un sistema de prácticas con resultados probados, corroborables.
Va quitándonos las capas de dolor y de tensión que fueron cubriéndonos por nuestras experiencias recientes o lejanas y va permitiendo que poco a poco vayan surgiendo nuestros aspectos más profundos, esos que le dan sentido a lo que hacemos y que nos hacen sentir alegres, livianos. Son técnicas corporales, posturas llamadas âsanas, donde se fija el cuerpo en una determinada posición; técnicas de respiración llamadas prânayâma; y técnicas de meditación donde se busca aquietar la mente.

Una sesión de yoga suele durar algo más de una hora y se divide en partes, aunque esto depende del estilo personal de quien conduzca la práctica. Hay una parte dedicada a hablar sobre aspectos teóricos, el marco de referencia en el que se realiza la práctica; luego, ejercicios de precalentamiento, prestando especial cuidado a zonas sensibles como el cuello o la cintura; a continuación, la práctica de âsanas combinadas con respiración, que ocupa la mayor parte del tiempo; luego, una relajación. La última parte está dedicada al prânayâma y a la meditación.

PRACTICA

Veamos ahora algunos ejercicios que se utilizan para el precalentamiento, pero que también pueden hacerse en cualquier momento en que uno sienta tensión o molestia, inclusive pueden hacerse en la oficina o en casa.

Se realizan sentados en el piso o en una silla o bien parados. No demandan más de 5 minutos.

Ejercicios para el cuello

1. Con la columna derecha pero sin tensionar, mientras exhalamos, dejamos caer la cabeza llevando el mentón al esternón.

A continuación, inhalando, levantamos la cabeza mientras vamos tensionando la parte trasera del cuello. Si no hay problemas en la columna cervical, seguimos hasta que la cabeza quede atrás; si no, detenemos en la posición vertical de la cabeza.

Luego, exhalando, dejamos caer la cabeza mientras vamos aflojando el cuello. Hacia el final de la caída, se suelta totalmente el cuello y se produce como si fuera un rebote de la cabeza, pegando el mentón contra el esternón.

Repetimos dos o tres veces esta secuencia.

2. Luego, desde la posición erguida, dejamos caer la cabeza hacia un costado y empujamos suavemente la cabeza con la mano de ese mismo lado.

Repetimos del otro lado.

3. Por último, desde la posición erguida, giramos lentamente la cabeza hacia un lado exhalando, permanecemos en esa posición unos segundos y luego vamos hacia el otro lado. Podemos repetir 2 o 3 veces para cada lado, alternando.

4. Desde la posición erguida, llevamos los dedos de ambas manos sobre cada hombro y juntando los codos, comenzamos a rotar lentamente los hombros, cuidando de inhalar al elevarlos. Rotamos varias veces en un sentido y luego la misma cantidad en el otro sentido.

Estos ejercicios ayudan a distender la zona del cuello y hombros y son especialmente recomendados para cuando sentimos tensión o dolor después de una actividad que nos mantuvo en mucho tiempo en una misma posición (computadora).