El espectador emancipado

«El que ve no sabe ver»: esta presuposición atraviesa toda nuestra historia, desde la caverna platónica hasta la denuncia de la sociedad del espectáculo. La encontramos tanto en el filósofo que quiere que cada uno se quede en su lugar como en los revolucionarios que quieren arrancar a los dominados de las ilusiones que los someten. Algunos emplean sutiles explicaciones o instalaciones espectaculares para mostrar a los ciegos lo que no ven. Otros quieren cortar el mal de raíz transformando el espectáculo en acción y al espectador, en hombre activo.