Memorias del Desafío 2022

Sensaciones, pensamientos y anécdotas de esta nueva edición de la prueba combinada deportiva de 1.6 km de nado, 4 km de kayac, 22 km de bicicleta y 7.4 km de trekking organizado por las capitanías de Andinismo, Buceo y Natación que se desarrolló entre el 3 y 6 de marzo.

El Desafío Catedral 2022 empezó en un rincón de la Sede Palermo durante un frío almuerzo con la frugal idea que quizás organizándonos mejor íbamos a poder no cortar tantos clavos.... convocamos a los actores preponderantes para la faena: Guillermo, Sebastián, Rochi, Toto, Tati y Nico.

 

De esta reunión salió una minuta de trabajo (¡Que nunca encontramos!) Pero acá estamos otra vez, tratando de encontrar palabras a la intensidad de los acontecimientos…

 

El existencialismo (cierta rama) nos enseña a que no somos lo que decimos, ni siquiera lo que pensamos, sino que lo que nos define como seres humanos es lo que hacemos con eso. No sabemos cuán de cierto hay en esto, pero acá nos podemos dar una idea. Por eso nos sumergimos (literalmente) en las emociones de lo vivido y acá empezamos: por el final como se debe.

 

A lo lejos se ve un punto, una figura que paulatinamente comienza a distinguirse... ¿Un hombre corpulento de barba? ¿Eran los últimos 200 metros? ¿Menos? ¿Más? ¡Quién sabe! Se acerca, vistiendo una campera azul “navy” desprendida  muy rebelde y una remera de etiqueta del Desafío última edición, gorro azul con el escudo de CUBA…era la calle Del Alto (tanto caso como la  expectativa reinante). Planilleros, cronometristas, la alfombra lista frente a la arcada de madera, insignia de la Sede Catedral, nuestro querido “Refu”.... todos preguntándose quién sería el que se acercaba (lo sabíamos, pero igual nos preguntábamos...) a paso lento pero firme, con sus ojos azules profundos y la mirada atenta y con sonrisa fácil... varios van a recibirlo y lo alientan para que corra los últimos metros. ¡Claro! Después de la batalla en el trekking (o contra él) no era fácil mover las piernas totalmente acalambradas.

 

El ambiente era electrizante, cámaras de fotos, la calle cerrada por un puente de personas que unían el CAS (Club Argentino de Skí) con el CUBA (una alegoría de nuestros clubes en el sur). La figura acelera el paso, empieza  a trotar. Eran las 15.35 hs y llegaba el último competidor, el famoso N° 2821, desafiante de todo y todos, firme, estoico cumpliendo su meta: ¡Llegar!.Y llega, era Ale Schiappapietra. “¡Vamos Cubita!” Gritos de júbilo y abrazos.

 

Esta imagen se repitió a lo largo de toda la carrera, pero el último es el más importante, el que todos queremos que llegue, es nuestra tranquilidad. 

 

Porque la imagen del último es la del primero y la de todos. Es la de los que se animaron a desafiarse, a entrenar, a madrugrar fuerte para hacer bici y kayac de los nuevos que se metieron al agua fría por primera vez porque digámoslo: el tiempo pintaba áspero y el sur ya se vestía de otoño prematuramente. Los 4°C de la mañana con la  helada incluída no subieron más que 14 horas después.

 

“¿Meterse al agua a las 8.30 hs en el lago Moreno? ¿Queeeeeé? ¡¿Estamos todos locos?! ¡¿Qué les pasa a los organizadores?!”

 

 

“¿Cómo van a hacer dos largadas?” “Yo quiero ir en la segunda” “Yo en la primera”... Pero es inapelable.

 

Expectativas, comentarios, grupos, y subgrupos, primerizos preguntando, interrogándose en el vidrio del espejo de la mañana pensando ¡¿Qué estoy haciendo acá en vez de tomar un rico chocolate caliente?! ¿No era mejor ir al Llao LLao a tomar el té que someterme al rigor de estos locos que solo te piden que te pongas un traje de neoprene con 4 grados y te metas en un lago de no más de 14 y encima te digan que es obligatorio hacer la parte de natacion!? ¡Ufff! Pero lo hicimos igual, lo intentamos, y pudimos vencer estas incertidumbres asombrosas, estos cuestionamientos que nos hacemos con la edad” ¿Qué “merd” hago acá?”

 

Nos empezamos a hacer compañeros de la incertidumbre y a sentirnos cómodos ahí, porque estábamos acompañados de consocios/as que terminaron siendo amigos.

 

Una vez más, lo hicimos posible, llegamos a nuestro umbral y lo corrimos un poco para saber que podemos y que con la ayuda de los demás podemos más de lo que nos imaginamos, y que si vemos a alguien a nuestro lado que está en la misma nos sentimos mejor y hasta quizás le damos ánimos para que siga. Y sigue, y seguimos.

 

“Salimos acalambrados del agua, algunos descompensados del frio, otros tratando de mover la mandíbula…nos sacamos el traje como pudimos (¡no era fácil!), porque nuestras manos no respondían... el sol empezaba a darnos algo de calor.... y teníamos que meterle! Buscar a nuestro compañero: ¿Salió ya? ¿Está por acá? ¿Dónde está? ¿En  el agua? ¿Hay frutas? ¿Tendré que comer? Pero si apenas puedo mover los dedos... y todos me sacan fotos? ¿Paso por la alfombra ahora? ¿Qué número tengo? ¡Ni idea! ¡Apenas puedo pensar!”

 

“Me meten el chaleco y me subo al kayac (¿¿Y si me caigo??).Lo aliento a mi compañero y empezamos a remar... la ropa mojada la siento pesada y mis piernas apenas responden, pero una tibieza leve comienza a darle color a la piel con una sutil sensación de confort... pero no había hecho ni un cuarto de la remada y mis hombros ya me pedían por favor, basta!”

 

Pero veo al de al lado que no para, a mi compañero que no para, a los demás que sonríen, gritos desde la costa... la terraza del Moreno... los ciclistas saludándonos: guau!

 

Sigo hasta la boya como un “marine con el cuchillo en los dientes...” uf cómo me cuesta sincronizar, me “ecualizo” con el lago, veo su transparencia y en lo profundo me siento un afortunado: estoy acá y estoy haciendo esto con mi Club y con mis amigos (algunos hechos en los entrenamientos previos)…¡qué lindo!

 

Hacemos las dos vueltas y salimos a la bendita playa del Camping Hueney Ruca, tratamos de acordarnos que nos habían recomendado hacer...tarea por cierto totalmente infructuosa. Las zapas y cerrar la bolsa: eso! Vamos. Buscamos la bici, casco puesto y un par de saludos, masticando la banana que me dieron en la orilla subimos a la bici previamente acomodada.... ya podemos pensar con más claridad pero no tanto. Comienza la subida por la calle al balcón, la tercera etapa. Paso por los claros que dan al lago y pienso: ¡Qué paisaje maravilloso y yo sufriendo en esta bici! Pero me pasan y me saludan, avanzo, sigo. Trato de mantener la paciencia, los 20 km son largos y el desnivel de 600 metros también.

 

Paso el camino, veo la playa del viento, me dirijo al arroyo Casa de piedra, los puentes de madera... ¿Y si meto la rueda entre los listones, qué caída me espera? ¿Dolerá? Sigo, paso los famosos bumps (estaban más duros por la lluvia del día anterior, por suerte…). Me pasan, los paso, sigo… la gente me grita, yo devuelvo el saludo. 

 

Termino las dos bajadas y me dirijo a la guillotina: los últimos 6 km del famoso balcón del Gutiérrez. Por suerte me acordé de tomar agua de la caramañola (¿así habían dicho que se llamaba?), pero me freno abruptamente… la vista era una locura, no podía dejar de sacar una foto. La tomo, pero previamente tomo aire, respiro y disfruto de esto, me conmuevo un poco... me saco la selfie y subo a la bici, sigue la tortura, todo en subida, los cambios más bajos, la ambición mas alta.

 

Nunca había hecho ascensos en bicicleta. Pero acá estoy intentándolo, siento que alguien me golpea el hombro, una sonrisa, una mueca, una risa, jodo y sigo avanzando... veo la carpa de hidratación y paramédicos¿Y si invento algo para frenar? Naaaah!

 

Sigo subiendo hasta que veo la última curva, la famosa última curva de la subida, media hora pedaleando como la Singer de mi abuela, sin moverse casi del lugar… ¡Mierda! ¿¡Cuánto más queda!?

 

Veo gente en la curva: claro! ¿Es la entrada al trekking amigable!? (amigable pensé…que estupidez esa metáfora! Y yo me la creí…)

 

Pego la vuelta y encaro la bajada como una camilla de kinesiología que me hace masajes en los cuádriceps.... qué velocidad, el viento en la cara… ¡Qué bueno está esto! Si hay alguien adelante que me esquive porque no pienso frenar…

 

Entro a la Villa Catedral por la calle, otra subida,y a rezar… La capilla me esperaba en alto como el nombre de la calle, era la última: me paro en los pedales y quemo lo último, total después ... después veo!Pero ahora subo sí o sí.

 

Llego al CAS (último parque cerrado), qué lindo dejar la bici! Salgo corriendo a la alfombra, la gente me alienta, no saben mi nombre pero me alientan y me palmean... Sí, existo, no es un sueño. Y sí, con lo que me esperaba no era para menos....

 

Pego la vuelta a la calle y veo a la primera marcadora que me sonríe y me alienta, sigo concentrado y trato de mover mis pies simulando que corro, pero no corro, camino... pero que conste que yo pensaba que corría.

 

Todavía frio, entro a la alcantarilla y paso por la ruta, hacia la derecha comienzo a correr, por suerte mis piernas responden... veo al de adelante y corro más, esos latigazos en los “isquios” que se hacen calambres empiezan a aflorar, busco en los bolsillos (¿En cuál era que lo puse?). Como unas gomitas, me hidrato un poco y sigo… quería ir acompañado, que me abracen y que venga mamá a buscarme en una H1! ¡Lo que sea! Pero por suerte pasa ese deseo.

 

Subo lo que recién bajé.(¡¿Quién me mandó a esta locura?!). Entro en el trekking y comienzo a preguntarme si los que trazaron la ruta tenían familia, así comienzo a recordar cada tía abuela del que armó el trazado, insulto a cada integrante de esa familia mientras empezaba a bajar y veía que tenía que seguir subiendo mucho más alto...no era el único que lo insultaba.. Roca, ñires, lengales, más roca otra vez, arena de vez en cuando... y a seguir, lajas de piedra, me resbalo, me rayo con la planta, me raspo y me caigo fuerte pero sigo.

 

Veo a los marcadores. Uno de ellos me dice que tengo algo de plano para aflojar las piernas y empezar a correr, me gritan, me empujan, me dan ánimo, me abrazo con alguien, ya no importa quién…estoy muy pasado del umbral, no conocía este nivel de cansancio.

 

Levanto la vista y veo a mi derecha un espejo de agua ahí nomas en un abismo de distancia, casi hipnotizante, y me emborracho de esa vista. Luego miro a mi izquierda, uff!! Ahí abajo, ahí nomás, está la villa y la base del querido Cerro Catedral muda y solitaria, sus torres inconfundibles y ese cordón lleno de picos eternos y memorables. Guau ¡Qué lindo! Salgo de la hipnosis y empiezo a bajar corriendo, algo me había devuelto el alma. Estaba entre contento y emocionado ¿Era el cansancio? ¿La meta estaba cerca? Puedo emocionarme? Vale eso? Sigo corriendo y sigo insultando al que hizo este trekking... una mente perversa por cierto.

 

¿Al bajar el camino se hará amigable? Nah, enseguida entro devuelta en la picada y luego llego a la tranquera para ir volviendo. Mis piernas solas apuran el paso pero no pueden bajar lo suficiente para pasar por la alcantarilla, la cintura hace todo el trabajo y mi cabeza roza el concreto y me lastima, no me importa nada ya... hay que seguir.

 

Paso no sin dificultad el alambre y siento que puedo llegar. Acelero, corro, sonrío… todo a la vez. Saludo a la niña que marcaba mientras me dice que doble a mi derecha.... corro una vez más y llego hacia donde está la gente, me abrazan y felicitan.

 

Emoción total. No puedo creerlo: ¿¡Terminamos, todos bien¡! Qué alegría, qué paisajes, qué sede tan linda tenemos....

 

Sensaciones y pensamientos de todos. Nos esperamos en la llegada, abrazamos ese momento y reímos. Nos queda ahora el tercer tiempo, las medallas por llegar y el famoso cordero: el pleno disfrute del esfuerzo, el contacto con el par, el amigo o desconocido que estuvo en la misma, la experiencia que nos hermana, para siempre. Ya quiero volver, ya quiero sufrir, postergo el confort porque sé que luego la recompensa es mayor. Y sí lo fue.

 

150 personas era una cantidad que nos daba algo de inquietud, la inscripción fue demasiado rápida... pudimos ir atando cabos, preguntando, armando consensos para lograr tener la posibilidad de alojar a todos a un precio razonable y al mismo tiempo que todos tengan su bicicleta y kayac, y sí, se pudo.

 

Los entrenamientos empezaron a tope y la reacción en cadena fueron grupos y más grupos de amigos generando sinergias y espacios de deporte y amistad inconmensurables. Los famosos tumberos, los runners, los millenials, los matrimonios , los de caramacho, los squashistas que salieron del blindex, los de Fátima, los principiantes, las domingueras, las primas, los elite, los acompañantes, los planilleros, los de prensa, los padres con sus hijos emocionados de compartir esto (qué envidia hacer esto con el viejo, o con tu hijo!).Toda una comunión de grupos de amigos, generando comunidad: una marca instalada en el sur, el Desafío Catedral es comunidad, es una marca que refiere a la amistad, a la camaradería, la diversión y el deporte, pero sobre todo el desafío con uno mismo.

 

 

¡FELICITACIONES A TODOS!

Gracias CUBA por hacerlo posible.

 

 

Agradecimientos:

 

A todos los voluntarios que la “rompieron toda”, los que vinieron solo para acompañar y ayudar, los hijos, los padres, los fotógrafos, los que ponen el hombro y creen en la autogestión como pilar de este Club.

 

A los Clubes amigos como el CAB y el CAS que prestaron apoyo y predisposición para este desafío.

 

Al inefable Iván Bonacalza, motor de todo esto.

 

A Ernesto Cingolani del CAS y Martin Lema de BASE 41.

 

Al concesionario de CUBA, la familia Mavric por la hospitalidad recibida.

 

A los proveedores de las bicicletas, de los kayacs, los guardavidas, los choferes de los transportes y los paramédicos por poner todo de su parte para que salga bien.

 

Al Municipio de San Carlos de Bariloche y la Prefectura Naval Seccional Nahuel Huapi por acompañar.

 

Al querido Enrique (Carrascosa) López, por el excelente servicio de transfer.

 

 

 

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